Los alquileres turísticos emigran a media hora al sur de Valencia
Más de un año después de que el Ayuntamiento de Valencia activara la moratoria para frenar la expansión de los pisos turísticos, el mapa del … alojamiento vacacional en la provincia muestra ya una imagen nítida: la oferta se retrae en la capital y desplaza su crecimiento hacia los municipios costeros situados a un radio…
Más de un año después de que el Ayuntamiento de Valencia activara la moratoria para frenar la expansión de los pisos turísticos, el mapa del … alojamiento vacacional en la provincia muestra ya una imagen nítida: la oferta se retrae en la capital y desplaza su crecimiento hacia los municipios costeros situados a un radio de alrededor de media hora.
La fotografía del tercer trimestre de 2025, elaborada por COAPIV a partir de los datos más recientes del INE, certifica la tendencia que desde otoño se observa en las plataformas de alquiler vacacional: el Cap i Casal pierde viviendas turísticas y la corona litoral de la Ribera Baixa y la Safor las gana a doble dígito.
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En este sentido, el informe arroja que la ciudad registra 6.553 alojamientos turísticos, un 3,2% menos que en el trimestre anterior. Una tendencia bajista que viene cogiendo fuerza durante todo el año al calor de la moratoria aprobada por el gobierno municipal de María José Catalá a mediados de 2024, que se ha visto reforzada por un endurecimiento de las inspecciones municipales que, en sólo año y medio, han provocado el cierre de más de 1.000 apartamentos ilegales.
Mientras tanto, los vuelos del mercado vacacional viran con cada vez más fuerza hacia el litoral sur de la provincia. Ahí, Gandia se sitúa a la cabeza, con 1.497 viviendas y un aumento trimestral del 9,7%; Oliva crece hasta 1.018 alojamientos (+26,8); Cullera avanza hasta 920 (+13,7); y localidades como Sueca, Piles, Daimús, Tavernes de la Valldigna o Xeraco suben entre un 12% y un 40% respecto al trimestre previo.
Si bien, la comparación con la fotografía anterior disponible —la de noviembre de 2024— apuntaba en una dirección similar. Con un último ascenso de la capital —que apuraba las aperturas de los pisos que consiguieron licencias previas a la moratoria—, Gandia, Oliva, Canet o la Pobla de Farnals ya encadenaban varios periodos al alza. Ahora, los últimos datos de COAPIV consolidan la certeza de que la presión turística, lejos de disminuir, busca nuevos horizontes.
Para el Ayuntamiento, la deriva confirma que la moratoria está funcionando como se esperaba. El gobierno municipal, que desde mediados de 2023 prepara una normativa considerada la más restrictiva de España, sostiene que Valencia necesitaba «recuperar el equilibrio residencial». No en vano, ya a finales del verano, la alcaldesa María José Catalá celebró en sus redes la caída de casi 2.000 anuncios detectada por Visit València en agosto y reivindicó que «lo dijimos y lo cumplimos».
Para el sector vacacional, sin embargo, la situación ofrece otra lectura. Desde Aptur CV advierten que la caída en el número de anuncios no debe interpretarse como un efecto de las políticas de control anunciadas por el Ayuntamiento, sino como un proceso de ajuste natural del mercado tras los años de pospandemia (menor demanda urbana en temporada baja) y la incertidumbre regulatoria que está afectando a muchos propietarios y gestores: desde la moratoria municipal a los efectos del Registro Único Estatal, pasando por los cambios en la Ley de Propiedad Horizontal.
En ese sentido, explican que los primeros en abandonar el mercado eran «los propietarios más esporádicos», los que alternaban uso habitual y turístico y ahora temen sanciones o procesos administrativos complicados. Esa retirada, sostienen, no elimina la actividad, sino que la desplaza hacia municipios con normativas más estables y mercados más previsibles, especialmente del litoral.
Valencia se acerca ya a niveles pre-covid
La caída sostenida dentro de la ciudad está devolviendo la oferta a cifras similares a las de 2019, antes del ‘boom’ turístico pospandemia. Una abrupta contracción que sólo se explica combinando tres factores: la moratoria, la clausura masiva de apartamentos irregulares y la retirada voluntaria de propietarios ante el nuevo marco regulatorio.
Mientras la ciudad se reajusta, la franja costera vive el efecto inverso. Gandia, Oliva y Cullera acumulan cerca de 3.500 viviendas de uso turístico, prácticamente la mitad de las que quedan en Valencia, y con ritmos de crecimiento que no sólo compensan su caída, sino que anticipan un cambio que apunta a que el turismo residencial vuelve a concentrarse en la costa, pero ahora impulsado por un desplazamiento forzado desde la capital.
Con la moratoria recién entrada en el año y medio de su existencia, la tendencia parece asentada: Valencia ha logrado contener la curva, pero a costa de trasladarla a media hora en coche en el litoral sur. Y lo que hace dos años era un aviso, hoy es ya un patrón: los pisos turísticos siguen creciendo en la provincia, pero cada vez más lejos del Cap i Casal.
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